La mente se aclara en los lugares más insospechados. A veces en el tumulto pegajoso de la vuelta a casa, en el bus, por las tardes... a veces ese tumulto parece ser el coro de consejeros anónimos que ofrecen la más sincera ayuda. A veces la mente cobra lucidez y entiende que lo que se debe hacer es aquello que se debe hacer, no hay más que escuchar el silencio camuflado y mirar por el pequeño rectángulo de ventana que sobrevive a toda clase de auto adhesivos tarifarios.
Hoy viajé de un punto a otro con la cabeza pegada al vidrio, con los anteojos puestos, mirando la muralla de la autopista. Escuchando las mismas canciones de siempre, con la misma ropa de siempre. A veces la vida es tan obvia y majadera.
Sinceramente hay ocasiones en que no tengo ganas de bajarme de esa micro, nunca, jamás, de los jamaces..
Hoy viajé de un punto a otro con la cabeza pegada al vidrio, con los anteojos puestos, mirando la muralla de la autopista. Escuchando las mismas canciones de siempre, con la misma ropa de siempre. A veces la vida es tan obvia y majadera.
Sinceramente hay ocasiones en que no tengo ganas de bajarme de esa micro, nunca, jamás, de los jamaces..