Es necesario decir que este supuesto paraíso no es ningún trópico, es un ártico maldito que se empeña en hacerme desaparecer de las memorias de mis enemigos. Es tan triste cuando te olvidan hasta tus propios odios, no hay más batallas. No tengo nada de nada. Tan solo el macetero vacío lleno de polillas muertas, que han fundado un parque del recuerdo entre ellas, tan solo para hacerme sentir más miserable. Formando sindicatos a mi espalda, escondidas en mi armario, conspirando secretos planes, mientras danzan su trance de adoración a general electric.
Ahora la vida es una silueta marginada, que se pega tras las sábanas mojadas que lavo y cuelgo en mi patio de vez en cuando, cuando las sábanas están ásperas y hasta mi agrio corazón es más suave que el algodón estampado. En esos días de colgar ropas, siento que cuelgo algo más al viento que me deja blanco de todo cuervo, de todo cuervo.
martes, 22 de enero de 2008
4 formas de despedida y una queja.
Encontré tu cadáver, estaba destrozado en el suelo a un costado de mi cama. Me había cansado de buscarte, y claro, apareciste cuando ya te había olvidado. Pensé en ti durante algunos días después del hallazgo. Quería agradecerte por haber aparecido y desaparecido así de mi vida. Fue un círculo perfecto y creo que algo tuve que ver con eso. Creo que sí puedo ser parte de este monstruo redondo en el que vivimos después de todo.
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